Los jardines de la Alameda están catalogados como Patrimonio Histórico Andaluz
La Alameda Apodaca es un romántico paseo ajardinado situado entre las Murallas de San Carlos (junto a Plaza de España) y el Baluarte de la Candelaria, en el casco histórico de la ciudad. Su estilo regionalista, decorado con cerámica sevillana, forja, abundante vegetación y farolas a lo largo de una imponente balaustrada hacen de este enclave histórico un lugar que no puedes pasar sin ver en Cádiz. Desde 2004, está considerada como jardín de interés cultural en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
Con vistas a la Bahía, la suma de su estética, adquirida en 1926 tras varias reformas, y las viviendas de estilo burgués hacen de ella uno de los miradores al mar más peculiares, además de un refugio ante el calor o los temporales. En uno de sus salones, el visitante se topará con el monumento al Marqués de Comillas, inaugurado en 1922 por el escultor Antonio Parera Saurina y que simboliza la unión marítima entre España y América.
A principios del siglo VII se le llamó ‘Caletilla de Rota’ hasta que en 1856 se le denominó Alameda Apodaca en recuerdo del almirante gaditano Juan Ruiz de Apodaca, procedente de una ilustre familia de cargadores de indias. Fue emblema en la guerra contra los británicos por ponerse al frente, a finales del siglo XVIII, del navío SanAgustín.
Entre los edificios más destacados que flanquean la Alameda está la Iglesia barroca de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa o el antiguo Gobierno Militar, de estilo neoclásico.
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Como curiosidad, destacar una leyenda urbana en torno a ‘La Casa de los Espejos’, situada frente al monumento al Marqués de Comillas y reformada tras largo tiempo de abandono. Se dice que en ella vivía un almirante de la flota gaditana que regalaba un espejo a su bella hija cada vez que volvía de tierras americanas.
Su mujer, presa de los celos, asesinó a la muchacha envenenándola e hizo creer a su marido que había estado muy enferma. Dicen que un día el almirante pudo ver a su hija en uno de los espejos contándole la verdadera causa de su muerte. A lo largo de los años, muchos han sido los gaditanos que han asegurado oír los gritos y llantos de la muchacha.
Desde su balaustrada, se disfruta de unas imponentes vistas a la Bahía
Al margen de la atracción o rechazo que suscite lo paranormal, si estás por Cádiz, ¡te recomendamos que des un tranquilo y un agradable paseo por la Alameda!